Hora Bogotá

CONFESOR DE UN LAPSO INVISIBLE...

...Análisis de la Realidad que Deviene Esquizofrénicamente en la Historia Cotidiana...Multiplexación de Recursos Académicos para la Comunidad de Científicos y Filósofos Doctos...
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EL HOMBRE DEL SUBSUELO


 Memorias del Subsuelo: enunciado que parece un reclamo. Recorrido por la vida de un hombre que no tiene identidad: un trabajo como funcionario, o tal vez, como asesor de colegios es su identidad; de una vida cómoda después de cuarenta años de subsuelo, por los beneficios de un pariente lejano que decide separarse de seis mil rublos. Es en definitiva, un hombre que habla solo, que habla de sí mismo. Habla con el viento lo que no le parece y a unos lectores imaginarios lo que le parece. En su radical monólogo, no se queda ni un mínimo de reclamo por fuera: tal vez un reclamo de hombre moderno subyugado por las nuevas realidades que devienen sin cesar. 

Un personaje que se espiritualiza en la narración y revela un condición que lo acompaña: es un hombre insípido que se aleja del interes por el pensamiento del otro, lo que piensan los demás no tiene importancia: “Soy un enfermo, soy un malvado. Soy un hombre desagradable. Creo que padezco del hígado. Pero no se absolutamente nada de mi enfermedad. Ni siquiera puedo decir con certeza donde me duele”. La vida le ha enseñado lo que sabe; tal vez, lo único que cuenta es lo que sabe, pues debido a ello ha podido sobrevivir.

La vida es para este héroe, todo lo contrario. No existe la felicidad, sino el pesimismo de seguir viviendo, aunque a veces, declare interes por una longevidad que desearía: “Vivir mas de cuarenta años es una inconveniencia, algo inmoral y vil. ¿ Quien vive después de los cuarenta años?... los imbeciles y los bribones… tengo derecho a hablar así, porque yo viviré hasta los sesenta, hasta los setenta, hasta los ochenta años!. ¡Espérenme!. ¡Déjenme recobrar el aliento!”. Sin embargo, es también su estilo el hablar así, lo que permite inferir sus memorias que son como recuerdos de la vida en que estuvo sepultado, es decir, en que estuvo trabajando nada más que para vivir. Es por eso que su forma peyorativa de hablar, solo muestra ese espíritu de trabajador capitalista que lo controla: se compara con el hombre de conciencia refinada y quejumbrosa de hombres naturales que tienen que trabajar; que tienen que moverse, que no se pueden estar quietos. 

En él hay una voluptuosidad que lo identifica, no como algo que lo enaltece, sino como algo que lo denigra. La figura del condenado es evidente en este aspecto: “La voluptuosidad procedía, en este caso de que me daba clara cuenta de mi humillación, la cual provenía del convencimiento de haber llegado al limite: “Tu situación es abominable – me decía a mi mismo -, pero no puede ser otra; no tienes ninguna salida; no podrás cambiar nunca, porque, aunque tuvieras el tiempo y la fe necesarios para ello, no querrías convertirte en otro hombre. Por otra parte, aunque quisieras cambiar, no podrías, ¿en que otra cosa te transformarías?. Quizá no hay ninguna.”. La cualidad de la voluptuosidad es una variable del negativa en el condenado en tanto que (Dostoievski y su personaje) se muestra un ser desposeído de ideales y se muestra con un carácter permisivo a la hora de hablar: critíca, pero acepta lo que pasa con resignación. 

Resentido por la legalidad del mundo moderno, habla de la ciencia como aquello que aniquila, que mata y no deja vestigios de vida volitiva. La ciencia es un espectro que le envuelve y le representa: una fuerza en progreso intelectual que devela el mundo circundante, tomando todo como objeto de estudio. ¿Qué significa esto?. Representa la cosificación del hombre; la insoportable vida objeto de la que se es presa, cuando se vive en una época en donde hasta el cuerpo en sus diferentes trozos tiene un valor de estudio o de cambio: “¿puede uno negar su naturaleza? La ciencia nos dice 2 mas 2 son 4, que la razón tiene un lenguaje antiguo y universal. Pero mas allá de la razón esta la consciencia”. La ciencia va de la mano con la economía, sin dudar la una de la otra, tolerando que este hombre termine pensándose como un producto del mercado, y que por ende, niegue todo tipo de pasión: la critica del personaje se dirige hacia la presión de la vida que experimenta (tal vez, por su vida inerte de subsuelo). 

En esta narración hay algo misterioso y muy interesante, el sentido de las frases implícitas permiten encontrar memorias no solo de Dostoievski, sino que además, también el lector descubre su encierro, entablando una relación de sentido personal e intimo con la obra, que atrapa y sepulta, para comprender el subsuelo como un lugar secreto en el que se puede escapar para crear las conversaciones mas existenciales y metafísicas, y de esta manera, dar descanso al alma : “Entre los recuerdos que todos conservamos de nosotros mismos, hay algunos que solo se los contamos a nuestros amigos. Otros, ni siquiera a nuestros amigos se los queremos confesar y los guardamos para nosotros mismos bajo el sello del secreto. Y existen, en fin, cosas que el hombre no quiere confesarse ni siquiera a si mismo”.